“Mi Princesa” teje un cuento moderno de caballería romántica. En esta balada apasionada, el cantante español David Bisbal se arrodilla ante su amada imaginaria y se pregunta qué prodigio debe ocurrir para conquistar su corazón. A falta de joyas y dinero, ofrece lo que considera más valioso: un cariño genuino, vulnerable y sin medidas. Entre imágenes de noches eternas, desiertos de deseo y batallas libradas en nombre del amor, él confiesa que ha vuelto a la inocencia de la niñez y ha dejado correr lágrimas que “los hombres nunca lloran”, todo con la esperanza de merecer sus besos y no volar solo.
La canción es un viaje de fe y perseverancia. Bisbal pinta a su princesa en un lienzo imaginario, le canta susurros al oído y navega mares de tristeza sin rendirse, porque cree en los milagros. “Mi Princesa” celebra la idea de que el amor auténtico no se mide en riquezas materiales, sino en la determinación de seguir buscando, de arriesgarlo todo y de soñar despierto hasta que el destino, por fin, cambie a favor de los valientes románticos.