Magia, peligro y pasión secreta se fusionan en So It Goes..., de la estadounidense Taylor Swift. La cantante entra en escena como una prestidigitadora que, con un chasquido, hace desaparecer a todos los demás para quedarse a solas con su cómplice. Entre jaulas doradas y noches vestidas de negro, ambos se convierten en rehenes de sus propios sentimientos: se arañan la espalda, pintan de carmín la cara del otro y se divierten rompiendo un poquito las reglas.
El estribillo so it goes es la manera de decir “así son las cosas”: un guiño que acepta que la adrenalina, los riesgos y las pequeñas rupturas forman parte del hechizo. Cuando las luces se apagan y los dos se encuentran, las piezas vuelven a encajar, porque ser “tuya para ganar o perder” resulta demasiado tentador. La canción celebra la química intensa que nos empuja a hacer locuras con la persona adecuada, sin contar las marcas ni los números, simplemente dejándose llevar por la magia del momento.