¡Bienvenido al oscuro pero cautivador universo de “Gasoline”! En este tema, el canadiense The Weeknd nos despierta a las 5 a. m. para acompañarlo en una noche interminable de excesos, desvelo y sustancias que laten al ritmo de su propio corazón. La letra describe la adrenalina de sentirse vivo solamente cuando el peligro acecha: fiestas que no acaban, el insomnio que roba la cordura y esa sensación de “voy al límite y necesito que alguien me sujete”. Todo esto se mezcla con imágenes intensas como el abrazo al cuello de su amante o la petición (casi susurro) de que no lo deje sobredosis, mostrando una dependencia tan apasionada como autodestructiva.
Detrás de los sintetizadores ochenteros se esconde una confesión de nihilismo: el cantante afirma que, tras la vida, no ve nada más y aun así quiere creer que hay algo por lo cual quedarse. “Gasoline” convierte la desesperanza en una pista de baile y utiliza la gasolina como símbolo de rendición: si todo termina, al menos envuélvelo en sabanas y préndele fuego. En una sola canción, The Weeknd retrata cómo el deseo, la locura y la vulnerabilidad pueden coexistir en un mismo instante y, aun así, resultar irresistiblemente adictivos.