¿Te has sentido alguna vez tan perdido que, sin ser creyente, miras al cielo buscando respuestas? Eso es exactamente lo que hace Sam Smith —el aclamado artista británico— en "Pray". La canción nos lleva por un viaje emocional donde confiesa sus errores, su miedo al futuro y el cansancio de un mundo que parece arder. Smith admite que no tiene un título, que ha ignorado la religión y que suele bloquear las noticias, pero ahora la realidad lo sacude y lo obliga a reconocer su vulnerabilidad.
Pray es un grito de auxilio cargado de humanidad: un joven imperfecto que cae de rodillas porque ya no sabe qué más hacer. No es un sermón ni una conversión súbita; es la exploración sincera de la fragilidad y la esperanza. Al final, el mensaje es claro: cuando todo falla, hasta quien nunca creyó puede encontrar consuelo en una simple plegaria, porque "al final, todos rezan".