¿Qué pasa cuando mezclas la iconografía bíblica con un beat de discoteca? Lady Gaga, la camaleónica artista de raíces italianas, nos responde con Judas, un tema donde la traición más famosa de la historia se transforma en un romance prohibido y explosivo. La cantante confiesa estar enamorada del apóstol que vendió a Jesús y lo hace sobre un ritmo irresistible que invita a bailar mientras reflexionamos sobre la fascinación humana por lo oscuro.
Detrás de los coros pegajosos se esconde una lucha interna: Jesús simboliza la virtud y la salvación; Judas, la tentación que nos seduce aun cuando sabemos que nos hará caer. Gaga se declara una holy fool, la tonta sagrada que, aunque consciente del dolor que le espera, sigue aferrada a su demonio favorito. Así, Judas se convierte en un himno sobre la contradicción entre fe y deseo, culpa y perdón, recordándonos que el amor puede levantar una casa o hundirnos, según cómo usemos ese ladrillo llamado corazón.