¿Alguna vez has querido que alguien escriba tu historia por ti? Eso es exactamente lo que siente Ellie Goulding en “The Writer”. Con su distintivo acento británico y una voz cargada de emoción, la cantante nos lleva a un escenario íntimo: dos personas sentadas en un sofá con los resortes rotos, rodeadas de silencios incómodos y miradas que no se encuentran. Ella desea que la otra persona ―el artista, el escritor― moldee su identidad como si fuera de barro y elija las palabras que saldrán de su boca. En el fondo late un anhelo intenso: la protagonista prefiere aferrarse a la fantasía de un final feliz antes que enfrentarse a la posibilidad de quedarse sola.
Mientras uno “espera el silencio” y el otro “espera una palabra”, la canción retrata la tensión entre la pasividad y la necesidad de ser vistos. Metáforas como “sombras que no deberían estar” o “piel que se desgasta” muestran cómo la relación se tambalea bajo el “calor del sol”, es decir, bajo la presión de lo inevitable. El estribillo es un ruego: “Why don’t you be the writer and decide the words I say?”. Con él, Ellie expresa la vulnerabilidad de quien entrega el control de su propia narrativa por miedo a perder el amor. Así, “The Writer” se convierte en un delicado recordatorio de que, por mucho que deseemos encajar en las historias de otros, tarde o temprano tendremos que escribir nuestras propias palabras.