The One That Got Away es un himno pop cargado de nostalgia en el que Katy Perry revive su primer gran amor adolescente y todas las travesuras que los unieron: besos en un Mustang al ritmo de Radiohead, tatuajes a juego en su 18° cumpleaños y escapadas al tejado para planear un futuro que parecía eterno. Con el éxito y la distancia de por medio, la narradora comprende que ni todo el dinero del mundo puede comprar una máquina del tiempo y se culpa por no haber expresado a tiempo lo que sentía.
Al repetir el estribillo In another life..., Katy imagina un universo alternativo donde seguirían juntos cumpliendo promesas y siendo un dúo inseparable, como June Carter y Johnny Cash. Ese contraste entre el sueño y la realidad crea una mezcla dulce-amarga que nos recuerda la importancia de valorar el presente y decir lo que llevamos dentro antes de que sea tarde. La canción celebra la intensidad de los primeros amores y el poder indeleble de los recuerdos que nos forman.