Tom Odell, el cantautor británico que sabe convertir los susurros del corazón en melodías cinemáticas, nos sumerge en Silhouette en una noche helada y llena de sombras. El protagonista no logra conciliar el sueño: cada destello entre las persianas y cada figura difusa en la pared despiertan un recuerdo que parece más vivo que él mismo. El miedo a la oscuridad se mezcla con la nostalgia de un amor que dejó escapar, y el pulso que retumba en su pecho hace eco de un arrepentimiento profundo.
En esta canción, la silueta funciona como un espejo emocional: no es más que un truco de la mente, pero le obliga a revivir lo que “no puede olvidar”. Entre latidos fuera de ritmo y susurros de ¿hay alguien ahí?, Odell retrata esa etapa después de una ruptura en la que todo -desde una sombra hasta un soplo de viento- nos recuerda a la persona perdida. La mezcla de deseo de abrazarla y la conciencia de que solo existe en su imaginación convierte el tema en una balada de duelo y autoengaño, perfecta para cantar a todo pulmón mientras las luces de la ciudad parpadean como fantasmas del pasado.