Revolving Door es una confesión a corazón abierto donde Tate McRae, la joven artista canadiense, nos cuenta lo difícil que resulta escapar de un amor tipo boomerang. A través de la metáfora de la puerta giratoria, la cantante admite que intenta cortar de raíz esa relación ‑como si fuera un mal hábito- pero cada intento termina en otro regreso. Su “corazón helado” empieza a derretirse y, aunque se convence de que quiere menos a esa persona, en realidad la desea cada vez “más y más”.
Las estrofas revelan la lucha interna entre su vida profesional y la tentación de volver a ese sofá donde todo empezó. Tate cambia de ciudad, trabaja sin parar y hasta debería estar “en el escenario”, pero le basta un solo recuerdo para perder la concentración. El tema retrata la contradicción de sentirse adulta y, al mismo tiempo, necesitar “un minuto” para procesar un torbellino emocional que agota. En resumen, la canción pinta con honestidad el círculo vicioso de esas relaciones que, aunque nos dañen, parecen tener un imán imposible de esquivar.