NOBODY'S GIRL de la canadiense Tate McRae es un himno pop que mezcla confianza descarada y vulnerabilidad brutal. La letra nos presenta a una artista de 22 años que corre de concierto en concierto, con el dinero cayendo en Nueva York y una agenda que no le da tregua, pero que aun así se mira al espejo y se siente “tan hot, tan smart, tan witty”. Entre sesiones con sanadores y “mentally in a gun fight”, Tate deja claro que su prioridad es su carrera y su bienestar. Cada repetición de “I am nobody's girl” refuerza la idea de que no le pertenece a nadie: ni a una pareja, ni a la industria, ni a las expectativas ajenas.
La canción cuestiona si a su ex le duele haberla tenido y haberla perdido, mientras ella celebra su libertad. Habla de shape-shifting para complacer, de lágrimas con forma de humanidad y del aprendizaje de que “el amor real no te corta las alas”. Con un equilibrio entre la euforia de la independencia y la inquietud de la exposición pública, Tate transforma su experiencia en un mensaje poderoso: amar el lujo y la atención es genial, pero amarse a uno mismo es mejor. En resumen, “NOBODY'S GIRL” es un recordatorio divertido y feroz de que la verdadera fuerza está en ser dueños de nuestra propia historia.