Selena Gomez nos invita a una pista de baile iluminada por neones donde el amor parece brillar tan solo mientras dura la fiesta. En Sober, la cantante de raíces estadounidenses y mexicanas confiesa que su romance sube “hasta las nubes” cuando hay alcohol, pero se desploma al amanecer. Ella se debate entre el deseo y la lucidez: disfruta el calor de los besos que llegan con cada copa, aunque sabe que, al vaciarse la botella, también se vacía la conexión real.
La letra retrata ese círculo vicioso de euforia nocturna y desilusión matutina, mostrando a una protagonista que reconoce su propia complicidad. Sabe que debería marcharse, pero el encanto de las palabras bonitas (y etílicas) la hace volver a caer. El tema, con un ritmo pop envolvente, se convierte en un recordatorio de que el amor auténtico no necesita anestesia y de que, a veces, la resaca emocional duele más que cualquier cruda.