Perfect nos invita a espiar el torbellino interno de una narradora que sospecha que su pareja aún piensa en otra mujer. Cada verso está impregnado de celos sensoriales: “puedo saborear su lápiz labial”, “puedo oír su risa”. Esa presencia fantasma se cuela entre los besos, la cama y hasta los sueños, convirtiendo la inseguridad en un triángulo casi tangible. Selena Gomez -artista con raíces en Estados Unidos y México- retrata aquí la mezcla de deseo, curiosidad y competencia que surge al compararnos con alguien que parece “perfecta”.
La canción gira en torno a una pregunta dolorosa: ¿debería transformarme para ser como ella? El estribillo repite la idea de imitar a la rival, reflejando el miedo de no ser suficiente. Sin embargo, la fuerza del tema radica en exponer esa vulnerabilidad sin filtros, mostrando que incluso la persona que consideramos perfecta sigue siendo solo una proyección. Con un sonido pop sensual, “Perfect” se convierte en un recordatorio melódico de que la comparación constante nos aleja de la autenticidad y alimenta distancias donde debería haber intimidad.