Homecoming es la carta de amor que Kanye West le escribe a su ciudad natal, Chicago, transformándola en la misteriosa Wendy –la “Windy City” hecha persona–. Desde que la “conoció” a los tres años, Wendy ha guiado al rapero, encendiendo su imaginación con luces de fuegos artificiales sobre el lago Michigan y dándole la confianza para perseguir sus sueños. Sin embargo, al volar a otros horizontes y triunfar con discos de platino, Kanye se da cuenta de que la fama tiene un precio: su ausencia dejó a Chicago “fría” y resentida. El estribillo, cantado por Chris Martin, funciona como un eco constante que pregunta si la ciudad aún piensa en él, mientras él promete regresar y quizás empezar de nuevo.
La canción juega con la idea de que la relación entre artista y ciudad es como un romance que pasa por las etapas de enamoramiento, separación y anhelo de reconciliación. Kanye admite que “no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde” y reflexiona sobre la responsabilidad de representar a su hogar cada vez que se sube a un escenario. Entre rimas ingeniosas y beats soul, el mensaje es claro: por muy alto que vueles, siempre habrá un lugar que te recuerde quién eres y que te espere con los brazos abiertos cuando decidas decir “I’m coming home again”.