Mature convierte una anécdota incómoda en una crítica ingeniosa sobre las relaciones con diferencia de edad. Hilary Duff narra la historia de un hombre que colecciona novias veinteañeras como si fueran piezas de arte, repitiéndoles el mismo cumplido comodín: “Eres tan madura para tu edad, cariño”. La protagonista observa a la nueva chica —rubia, joven y con corte de pelo reciente— y se reconoce en ella, recordando cómo también cayó en ese juego de halagos vacíos, alfombras vintage y supuesta profundidad intelectual.
La canción expone cómo el protagonista usa su “experiencia” para impresionar: luces bajas, referencias a Basquiat y la mística de ser Escorpio. Todo funciona como cebo para encubrir una relación desigual donde la juventud de la chica es lo que realmente lo atrae. Con ironía y beats pegadizos, Hilary advierte que la madurez no viene de la edad que te dice alguien, sino de aprender a detectar estos patrones y alejarse a tiempo.