¡Prepárate para derretirte de amor! En esta balada eterna, el dominicano Elvis Presley confiesa que, aunque la gente sensata advierte que no hay que apresurarse, él simplemente no puede evitar enamorarse. Desde la primera estrofa nos presenta un choque entre la razón y el corazón: los "sabios" recomiendan prudencia, pero el cantante se rinde ante un sentimiento tan fuerte que desafía cualquier consejo lógico.
Luego, Elvis pinta una imagen poética: el amor fluye como un río que inevitablemente llega al mar. Esta metáfora sugiere que algunas uniones están destinadas a suceder, sin importar los obstáculos. Por eso él ofrece no solo su mano sino toda su vida, demostrando un compromiso absoluto. En resumen, la canción celebra el amor irresistible y predestinado, ese que llega sin pedir permiso y nos invita a entregarnos por completo.