¿Alguna vez has sentido que una persona se vuelve tu droga favorita? Así se siente Billie Eilish en My Strange Addiction. La artista estadounidense compara una relación intensa y peligrosa con una adicción química: ella es la pólvora, la otra persona la mecha, solo hace falta un poco de fricción para que todo estalle. Entre metáforas de fiebre, quemaduras y síntomas imposibles de diagnosticar, Billie confiesa que le duele, sabe que es tóxico… ¡pero le fascina!
En apenas dos minutos, la canción mezcla humor sarcástico (incluye guiños a su serie de culto The Office) con un ambiente oscuro y seductor. El resultado es un retrato vibrante de la atracción obsesiva: esa mezcla de placer y peligro que nadie puede “medicar” por ti. My Strange Addiction nos recuerda que, a veces, lo que más nos atrae también puede consumirnos, y que reconocerlo es el primer paso para decidir si seguimos jugando con fuego… o soltamos la cerilla.