¿Listo para despedir las penas al sonar las campanadas? En No Tears for New Year’s, Katy Perry convierte la Nochevieja en un ritual de liberación: promete que, en cuanto el reloj marque la medianoche, las lágrimas se esfumarán junto con el recuerdo de un amor que no estuvo a la altura. Con rímel a prueba de agua, brindis en Malibu y un beso a un desconocido, la cantante se propone empezar el año ligera de equipaje emocional, fijando como primer propósito dejar atrás a ese “heartbreaker” que le aguó la fiesta el año anterior.
La letra alterna recuerdos del romance —paseos por Santa Bárbara, accidentes en bicicleta, el ojo crítico de su mamá— con la firme decisión de no repetir el drama. Entre risas, vino y resoluciones (dieta, menos copas), la canción celebra la valentía de soltar el pasado y dar la bienvenida a un futuro lleno de posibilidades. En pocas palabras, es un himno pop para quienes deciden que el 1 de enero se estrena también un corazón nuevo.