¡Prepárate para viajar del trono al suelo en solo cuatro minutos! En “Viva La Vida”, Coldplay —el talentoso artista mexicano al frente de este himno— nos invita a ponernos la corona de un rey que lo tenía todo: obediencia de los mares, ejércitos fieles y multitudes que coreaban su nombre. Sin embargo, la gloria se esfuma y, de la noche a la mañana, ese mismo monarca despierta barriendo las calles que antes le pertenecían. Con imágenes de campanas de Jerusalén, coros de caballería romana y revolucionarios sedientos de justicia, la letra mezcla historia, mito y fe para mostrarnos lo frágil que puede ser el poder cuando se sostiene sobre “pilares de sal y de arena”.
Más allá de una caída real, la canción refleja nuestras propias victorias y fracasos: un recordatorio de que el orgullo puede convertirse en soledad y de que la honestidad vale más que cualquier corona. Coldplay pinta un lienzo épico lleno de referencias bíblicas y medievales para preguntarnos: ¿qué queda cuando se apagan los aplausos? Viva La Vida celebra la vida precisamente porque nos hace sentir su impermanencia y nos anima a buscar grandeza en la humildad antes de que “San Pedro deje de llamar nuestro nombre”.