¿Te imaginas que tus sentimientos fueran un vinilo y alguien más tuviera todas las llaves del tocadiscos? Así arranca Slow Song, una colaboración entre los neoyorquinos The Knocks y la canadiense Dragonette que convierte la pista de baile en un campo de batalla emocional. Con un ritmo suave pero pegajoso, la voz protagonista se pavonea por la sala como un DJ seguro de sí mismo: promete girarte, reproducirte una y otra vez y, cuando lo decida, bajar el volumen hasta desvanecerse como un atardecer.
La letra describe una relación de poder desequilibrada donde uno domina y el otro, hipnotizado, se deja llevar. Las metáforas musicales (“play you like a slow song”, “keep you spinning”) retratan a un amante que no busca compromiso; disfruta controlando el tempo, acelerando o ralentizando el corazón ajeno hasta romperlo. En lugar de prometer amor eterno, el narrador avisa: es la lluvia que jamás se queda en el desierto. El resultado es una mezcla irresistible de groove bailable y advertencia sentimental, perfecta para aprender vocabulario sobre la música… y sobre esas relaciones que conviene escuchar en modo replay antes de volver a vivirlas.