Guilty es una confesión apasionada en la que Teddy Swims reconoce que su amor rebasa todos los límites. A lo largo de la canción enumera sus “delitos”: mirar solo a esa persona, pintar de azul sus cielos rojos, sentir celos hasta del suelo que pisa, buscar consuelo en la medicina y dar vueltas frente a su casa para contar los coches. Cada verso muestra cómo el cantante se pierde en una espiral de emociones intensas y actitudes impulsivas, mientras la repetición de “I’m guilty, baby” funciona como un veredicto propio y casi orgulloso.
Cuando declara que si tener “el corazón sangrando” es un crimen o si amar significa cadena perpetua, él acepta la culpa sin dudar. La letra, sostenida por su poderosa voz soul, ilustra la vulnerabilidad de alguien que no sabe vivir sin la otra persona y que incluso se pregunta si la relación realmente terminó o solo pasó a “otra página”. En resumen, Guilty convierte la obsesión amorosa en un himno confesional que celebra la intensidad de sentir “demasiado” y la entrega total, aun cuando eso implique llevar el traje de reo del amor para siempre.