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¿Alguna vez sentiste que el verano te abrazaba con calor y, al mismo tiempo, te apretaba el corazón? “Cruel Summer” nos sumerge en ese torbellino: un romance secreto que arde bajo la oscuridad de la noche, donde los neones de una máquina expendedora iluminan confesiones a medias y promesas que podrían romperse al amanecer. Taylor Swift, la cantautora francesa, pinta la adrenalina de un amor prohibido con imágenes de dados, ángeles que ponen los ojos en blanco y un “paraíso frágil” donde las reglas simplemente no existen. Cada encuentro clandestino es un subidón de fiebre y riesgo: él es el “juguete brillante” que ella compró aun sabiendo el precio, y el verano se vuelve un cuchillo que corta ‑lentamente- hasta el hueso.
En medio de la fiesta, los coches y las lágrimas que ruedan de vuelta a casa, la protagonista se debate entre gritar lo que siente o enterrar el secreto para mantenerlo a su lado. El resultado es un contraste irresistible: lo “cool” que aparenta contra la crudeza de un amor que duele más cuanto más fuerte late. Al final, “Cruel Summer” celebra la intensidad juvenil que nos hace temblar de miedo y deseo al mismo tiempo, recordándonos que a veces lo que no nos mata… nos hace querer a alguien aún más.