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Sam Smith, el talentoso artista del Reino Unido, nos abre su corazón en Too Good At Goodbyes, una balada que convierte el dolor en una revelación. A lo largo de la canción, el protagonista confiesa que ya ha pasado tantas veces por la misma historia que ha perfeccionado un mecanismo de defensa: mantenerse a distancia de la persona que más quiere para evitar otra caída. Cada verso revela su lucha interna entre el afecto y el miedo, y el estribillo —«I'm way too good at goodbyes»— se convierte en un mantra de autoprotección.
La letra pinta un ciclo muy claro:
Así, Sam Smith describe cómo el amor puede volverse una armadura emocional: quien teme sufrir prefiere no sentir. El resultado es una historia triste pero familiar, perfecta para practicar vocabulario relacionado con los sentimientos y reflexionar sobre la vulnerabilidad.