Rod Stewart pinta en esta canción un contraste vivísimo. Todo comienza como un cuento de hadas: campanas de iglesia, copas de champán y un retrato de recién casados rodeado de amigos. El narrador nos invita a revivir ese momento dorado mientras hojeamos mentalmente el álbum de bodas, sintiendo la esperanza que inundaba a la pareja.
De pronto, el escenario se oscurece. Entre cartas de abogados, rumores y discusiones, el matrimonio se desmorona y el coro It's over golpea como un martillo. El protagonista no busca culpables; solo quiere evitar que sus hijos sufran mientras admite que en una separación nadie gana. La canción mezcla la dulzura de los recuerdos con la amargura del presente y nos recuerda que, si no se cuida, hasta el amor más brillante puede apagarse.