Forgotten dibuja un viaje mental digno de una película de acción psicológica: la voz de Linkin Park nos lleva del “top to bottom” y de vuelta, como si estuviéramos recorriendo un ascensor dentro de la mente. Entre ritmos agresivos y versos casi hipnóticos, la banda de California habla de recuerdos que se vuelven obstinados, imágenes que no se borran por más que uno gire la mirada. Hay un choque entre la necesidad de sentirse seguro y la inercia de una memoria que insiste: un dibujo arrugado que jamás volverá a estar perfecto, por más que lo alises. En ese espacio oscuro donde “no se ve el final” aparecen dudas corrosivas, “lluvias ácidas” de preguntas, y la única esperanza es un destello de luz que se filtra un segundo y vuelve a apagarse.
La canción mezcla rap furioso y coros melódicos para retratar la lucha interna contra traumas y engaños propios o ajenos. Forgotten invita a aceptar que hay cicatrices imposibles de borrar, pero también recuerda que el sol siempre acaba saliendo. Es un himno para quienes sienten que el pasado los atrapa, y al mismo tiempo un recordatorio de que ver a través de la ilusión —“I see it right through you”— es el primer paso para volver a empezar.