“Music To Watch Boys To” pinta a una narradora que observa a los chicos como si fueran parte de un espectáculo privado, mientras ella misma decide qué papel jugar. Entre cintas azules en hielo, guitarras que son solo uno de sus juguetes y flamingos rosados, la cantante describe una mezcla de deseo, poder y diversión. Al poner su música “soft grunge”, ella amortigua el ruido del mundo y convierte la escena en un juego donde manda su mirada femenina, consciente de que el amor y las emociones doradas son fugaces como el verano.
El tema oscila entre la ternura y la destrucción: dice vivir para amar, pero también haber sido “enviada para destruir”. Así, la canción reflexiona sobre la superficialidad de ciertas relaciones, la seducción como pasatiempo y la sensación de que “nada dorado permanece”. Todo suena ligero y glamuroso, pero bajo el brillo late la idea de que el romance es un entretenimiento efímero que ella controla con solo darle play a su propia música.