Brutus nos invita a espiar la mente de alguien que se muere de envidia sana… o no tan sana. Em Beihold usa la famosa pareja histórica César y Bruto para ilustrar la distancia entre dos personas: una brilla con luz propia, la otra se queda en las sombras preguntándose por qué no puede tener esa vida tan perfecta. Entre halagos medio sarcásticos y confesiones dolorosamente honestas, la cantante admite que su admiración se mezcla con celos, dudas y deseos de “robar” la identidad del otro.
El tema captura la batalla interna que surge cuando comparamos nuestro camino con el de alguien que parece tenerlo todo. A ritmo de pop pegajoso, Em Beihold reconoce sus pensamientos más oscuros (“mi mente está llena de odio y codicia”) mientras intenta desearle lo mejor a la otra persona. Brutus es, en el fondo, un recordatorio: las apariencias engañan y la comparación puede ser el verdadero “puñal” que nos clavamos a nosotros mismos.