Drive es un himno de escape donde la canadiense Alessia Cara pisa el acelerador de la rebeldía juvenil y nos invita a salir de los callejones sin salida que rondan la cabeza. Entre flores marchitas y habitaciones oscuras, la cantante describe esa sensación de ahogo cuando parece que ni la mejor salvia puede espantar los pensamientos pesados. Robo de un auto, lluvia que entra por la ventanilla, cristales que estallan contra la acera: cada imagen se siente como un impulso urgente de romper con la rutina y tomar el control del volante, aun cuando el plan sea improvisado y temerario.
La carretera simboliza la búsqueda de identidad. Cara admite que ha «superado el rostro que lleva puesto» y, en lugar de esperar a que el mañana traiga respuestas, decide fabricarlas. Las mil pequeñas hogueras son los deseos que arden por dentro y que ella protege como si fueran un niño. En conjunto, la canción celebra el momento en que aceptamos el caos interno, lo dejamos salir y usamos esa energía para impulsarnos hacia lo desconocido, confiando en que el viaje, más que el destino, nos hará florecer de nuevo.